Escrito por: David, TechFlow
En enero de 2025, Trump regresa a la Casa Blanca. Entre las órdenes ejecutivas que firma, una destaca especialmente: permite que los fondos de pensión 401(k) inviertan en criptomonedas.
Un mes después del anuncio de la política, una empresa llamada American Bitcoin sale a la bolsa en Nasdaq. Esta compañía, que afirma querer convertirse en la “mayor empresa de minería de bitcoin del mundo”, tiene como principales accionistas a los dos hijos de Trump, Eric Trump y Donald Trump Jr.
Conectando estos eventos, aparece una empresa poco conocida: Dominari Holdings.
Tras vincularse con la familia Trump y la narrativa cripto, su acción subió de 1.09 dólares a 6.09 dólares desde principios de año, un aumento de más del 450%.
La transformación de esta empresa fue tan drástica que muchos olvidaron que, apenas cuatro años antes, era una farmacéutica con pérdidas anuales.
Esta es la historia de cómo un alquiler anual de 750 mil dólares apalancó un negocio de decenas de millones de dólares. Los protagonistas no son magnates cripto ni gigantes de Wall Street, sino dos hombres de mediana edad muy astutos: Anthony Hayes, abogado de profesión, y Kyle Wool, veterano de Wall Street.
Su secreto para hacerse ricos es simple: mudarse a la Trump Tower y convertirse en vecinos de los hijos de Trump.
Una decisión costosa
En 2021, Anthony Hayes se enfrentaba a un desastre.
Cuando tomó el mando, la empresa no se llamaba Dominari Holdings, sino AIkido Pharma, una farmacéutica. Como muchas similares, había gastado años de fondos en I+D de nuevos medicamentos, pero sin lanzar ningún producto. Según documentos de la SEC, a finales de 2023 la empresa acumulaba deudas por más de 223 millones de dólares. El precio de la acción rondaba 1 dólar.
(Fuente: NasdaqCM:DOMH Earnings and Revenue History August 12th 2024)
Hayes no era experto en farmacéutica, era abogado, ex socio de una de las 100 firmas legales más grandes de EE.UU., y luego fundó una empresa de transacciones de propiedad intelectual. Tras tomar AIkido, tomó dos decisiones:
Primero, abandonar el negocio farmacéutico; segundo, mudar la empresa a la Trump Tower.
Para ello, reclutó a Kyle Wool. Wool llevaba más de 20 años en Wall Street, con un currículum brillante: ex director ejecutivo de Morgan Stanley, director general en Oppenheimer, responsable de gestión de patrimonios en Asia. También era invitado frecuente en Fox Business y en el programa matutino de Maria Bartiromo.
¿Qué significaba mudarse a la Trump Tower?
Según el informe anual de la empresa, el gasto en alquiler pasó de 140 mil dólares en 2022 a 773 mil dólares en 2023. En ese momento, la empresa tenía poco más de 20 empleados. Según los estándares de Manhattan, ese dinero bastaría para alquilar un piso entero de oficinas de primera clase.
Más importante aún, la empresa seguía en pérdidas. Solo en el primer semestre de 2025 perdió 14.8 millones de dólares. Gastar tanto en oficinas parecía absurdo.
Pero Hayes y Wool no buscaban solo un buen ambiente de trabajo. Los dos hijos de Trump, Eric y Donald Jr., trabajaban en los pisos superiores. En el ascensor podían “encontrarse”, y en cenas de amigos en común, compartir mesa.
En la Trump Tower, quizás tendrían la oportunidad de integrarse al ecosistema comercial de Trump.
Negocios entre pisos
Construir relaciones requiere tiempo y habilidad.
Según un reportaje de The Wall Street Journal, tras mudarse a la Trump Tower, Hayes y Wool iniciaron una larga “inversión social”. Torneos de golf, cenas benéficas, fiestas privadas: no perdían oportunidad de “coincidir” con los hijos de Trump.
Esta inversión dio frutos en febrero de 2025. Dominari anunció que Donald Trump Jr. y Eric Trump se unían al comité asesor de la empresa. También se sumaron tres altos ejecutivos del Trump Organization.
La incorporación de los hermanos no fue simbólica. Cada uno invirtió 1 millón de dólares en una colocación privada para comprar unas 216 mil acciones, y recibieron 750 mil acciones adicionales como compensación por ser asesores. Tras la noticia, la acción de Dominari saltó de 1.09 dólares a 13 dólares, un alza máxima de más del 1200%.
Aunque luego bajó, la inversión de los hermanos se multiplicó varias veces. Según datos de Bloomberg, Eric Trump posee actualmente alrededor del 6.3% de las acciones, valoradas en más de 5 millones de dólares.
Pero esto era solo el comienzo. El 31 de marzo, Dominari anunció una colaboración con la empresa canadiense Hut 8 para fundar American Bitcoin. Esta empresa tiene un enfoque interesante: no solo mina bitcoin, sino que enarbola la bandera de “hecho en EE.UU.”, alineándose con la política “America First” de Trump.
En esta operación, Hut 8 aportó equipos de minería valorados en 115 millones de dólares y se quedó con el 80% de las acciones. Dominari solo obtuvo el 3%. Parece poco, pero ese 3% ya valía 32 millones de dólares a finales de junio, convirtiéndose en uno de los activos más importantes de Dominari.
Aún más relevante, a través de esta plataforma, la familia Trump entró formalmente en la industria de minería de bitcoin. Eric Trump, a título personal, posee además el 9% de American Bitcoin.
El 27 de agosto, Dominari creó un comité asesor de criptomonedas, contratando a dos figuras de peso:
El ex ejecutivo de BitPay, Sonny Singh, quien ayudó a BitPay a obtener la licencia cripto en Nueva York y lanzó las primeras tarjetas de débito cripto; y el desarrollador DeFi Tristan Chaudhry, inversor temprano en Litecoin y Dogecoin.
“Los activos digitales ya no están en la periferia de las finanzas, están entrando al centro.”, dijo el CEO Hayes al anunciar el comité.
Quizás sin querer, dijo la verdad: en la era Trump, las criptomonedas realmente pasaron de la periferia al mainstream, y quienes se posicionaron a tiempo están cosechando enormes recompensas.
Bailarines en la zona gris
En Wall Street, las relaciones suelen pesar más que los balances financieros. La lista de accionistas y la red de contactos de Dominari dibujan un panorama que se mueve en la zona gris.
En marzo de 2025, un inversor llamado Peter Benz, a través de Blue Finn Group, se convirtió en el accionista del 5.7% de Dominari. Curiosamente, Benz fue directivo en varias empresas, incluyendo IDI, Inc. Los ejecutivos de esta última, Michael Brauser y Philip Frost, fueron luego acusados por la SEC de participar en un fraude de acciones por 27 millones de dólares.
Aunque Benz nunca fue acusado de conducta indebida, esta relación distante muestra el ecosistema de Dominari: lleno de oportunidades, pero siempre en el límite regulatorio.
Aún más sutil es el currículum de Kyle Wool.
Durante su tiempo en Morgan Stanley, su equipo manejó negocios relacionados con Devon Archer, ex socio comercial de Hunter Biden. De servir al círculo demócrata a operar ahora para la familia Trump, Wool ha sido testigo y partícipe de los extremos del juego de poder estadounidense.
Pero el verdadero problema no son estas relaciones, sino la lógica financiera de la empresa.
Según Bloomberg, en el segundo trimestre de 2025, Dominari tuvo ingresos de 34 millones de dólares, un aumento interanual del 452%; pero los gastos de gestión en el mismo periodo fueron de 53.5 millones de dólares. Solo las opciones sobre acciones otorgadas al CEO Hayes y al presidente Wool valían 26.1 millones de dólares.
En otras palabras, cada dólar que gana la empresa no alcanza para cubrir los costos operativos, mucho menos para obtener ganancias. Su mayor activo es el 3% de American Bitcoin, y esta empresa de minería de bitcoin acaba de nacer, su rentabilidad es incierta.
Pero a los inversores no les importa.
No compran la rentabilidad actual, sino un concepto: los representantes de la familia Trump en el mundo cripto. Quizás ese sea el verdadero modelo de negocio de Dominari: convertir capital político en valoración de mercado.
El intermediario de cabecera
La ambición de Dominari va mucho más allá de invertir por sí misma. Su verdadero valor radica en ser el “superconector” entre la familia Trump y el mundo cripto. The Wall Street Journal la describió como el “go-to dealmaker” (intermediario de cabecera) de la familia Trump.
Tres casos lo ilustran mejor.
El primero es la compleja relación entre World Liberty Financial (WLFI) y Justin Sun.
En septiembre de 2025, cuando el token WLFI comenzó a cotizar, entidades controladas por la familia Trump poseían 22.5 mil millones de tokens, lo que, al precio de entonces, incrementó su riqueza en unos 5 mil millones de dólares.
Pero el proyecto estuvo a punto de fracasar. Según Bloomberg, la venta inicial de WLFI fue pobre, con solo un 7% de cumplimiento, ni siquiera alcanzando el mínimo para activar el pago a Trump. En ese momento crítico, Justin Sun invirtió 30 millones de dólares, permitiendo que el proyecto superara el umbral.
Luego, la inversión de Justin Sun aumentó a 75 millones de dólares, convirtiéndose en el mayor inversor del proyecto.
Por otro lado, más importante aún, Dominari Securities facilitó la salida a bolsa de Tron en Nasdaq mediante una fusión inversa. El 16 de junio de 2025, SRM Entertainment anunció un acuerdo con Tron; el 24 de julio, la renombrada Tron Inc. tocó la campana en Nasdaq, completando la salida a bolsa. En esta operación, Tron de Justin Sun adquirió una empresa proveedora de juguetes para Disney y Universal Studios.
Dominari sirvió tanto a la familia Trump como a Justin Sun, convirtiéndose en el puente entre sus intereses. Cuando Justin Sun necesitó acceso al mercado de capitales estadounidense, Dominari lo proporcionó; cuando los proyectos de la familia Trump necesitaron dinero, Justin Sun apareció.
El segundo caso es la reciente unión entre la cotizada estadounidense Safety Shot y BONK, orquestada directamente por Dominari.
El 11 de agosto de 2025, la empresa Safety Shot, cotizada en Nasdaq, anunció la compra de 25 millones de dólares en tokens BONK a cambio de 35 millones de dólares en acciones. El asesor financiero exclusivo de la operación fue Dominari Securities.
Dominari lideró toda la estructura: Safety Shot obtiene el 10% de los ingresos de la plataforma BONK.fun, cambia su ticker a BNKK, y el equipo de BONK obtiene el 50% de los asientos en el directorio.
El presidente de Dominari Holdings, Kyle Wool, luego elogió públicamente al comité asesor, especialmente a Eric Trump, por ayudar a concretar la colaboración. Esta declaración reconoce de hecho el papel clave de la familia Trump en estas operaciones.
El tercero es la ya mencionada incursión de la familia Trump en centros de datos y minería de bitcoin.
En la fundación de American Bitcoin, Eric Trump posee alrededor del 7.5% de las acciones, siendo el mayor inversor individual. Dominari Holdings posee alrededor del 3% de American Bitcoin. Ambos hijos de Trump también son asesores de Dominari, cada uno con entre el 6% y 7% de las acciones de la empresa.
Detrás de cada gran operación, está Dominari. A veces como asesor financiero visible, a veces como coordinador tras bambalinas, pero siempre como operador, diseñador y ejecutor del imperio cripto de la familia Trump.
El nuevo orden en la Trump Tower
Según la web de Dominari, la sede de la empresa está en el piso 22 de la Trump Tower. La oficina de Wool tiene vista al Central Park. Actualmente pagan un alquiler mensual de 62,242 dólares.
En los pisos superiores de este edificio, los hijos de Trump controlan recursos políticos y la marca familiar; en los inferiores, Dominari aporta la capacidad y ejecución profesional de Wall Street; y los negocios se gestan y cierran en los viajes del ascensor.
Cada operación exitosa refuerza esta relación simbiótica.
Mientras los bancos de inversión tradicionales buscan proyectos por canales formales, Dominari ya encontró un camino más directo: vivir debajo del poder, dejar que el ascensor de la riqueza llegue directamente a tu oficina.
El 14 de agosto, Kyle Wool, al tocar la campana de apertura en Nasdaq, dijo:
“Ha sido un viaje de vértigo. Como dice nuestro presidente Trump, lo mejor está por venir.”
Quizás tenga razón. A medida que Trump lanza más políticas pro-cripto y más empresas tradicionales buscan entrar en Web3, el negocio de intermediación de Dominari solo crecerá.
Pagar un alquiler varias veces superior al precio de mercado para mudarse a la Trump Tower ahora parece la inversión más astuta en la carrera de Wool y Hayes.
El costoso alquiler anual no solo les dio acceso al círculo comercial de la familia Trump, sino también cercanía física, integración social y vinculación comercial.
De una farmacéutica al borde de la quiebra a una empresa de inversión valorada en casi 100 millones; de inquilinos anónimos a intermediarios cripto de la familia Trump, la transformación de Dominari es, en cierto modo, un microcosmos del capitalismo estadounidense en la era Trump.
En esta época, la frontera entre política y negocios es más difusa que nunca. Esta empresa es como un director de orquesta invisible, convirtiendo capital político en oportunidades comerciales y relaciones de poder en dinero real.
En la era Trump en EE.UU., el mejor negocio no es hacer negocios, sino ser el conector de todos los negocios.
